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Aunque era austríaco de nacimiento, Hitler, arquitecto y pintor frustrado, aprovechó las circunstancias sociales de la Alemania derrotada tras la I Guerra Mundial para establecer en este país un demencial sistema político basado en la supremacía aria, el nacionalsocialismo y el culto a su propia personalidad.

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El historiador británico Allan Bullock, uno de los más reputados biógrafos de Adolf Hitler, estaba convencido de que la enfermiza mentalidad del dictador se encontraba exclusivamente enfocada a la reivindicación del poder absoluto.

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Efectivamente, el Führer parece encarnar la misma esencia de la brutalidad. Y aún así, su elección en las urnas fue aclamada por cientos de miles de personas y buena parte de Alemania le siguió devotamente a la guerra. ¿Cómo se explica semejante fenómeno? Ian Kershaw, catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Sheffield, en Inglaterra, autor de un monumental ensayo sobre esta figura, señala que para entenderlo es imprescindible profundizar en su experiencia durante la Primera Guerra Mundial

ADOLF HITLER

Sobre todo, despreciaba a los judíos y a las democracias

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Dos años después, había ganado una gran notoriedad con sus discursos, en los que atacaba a los grupos rivales y a los judíos. Su carrera política tomó un rumbo aún más drástico y en 1923 intentó derribar el Gobierno bávaro en Munich, una acción que le supuso una condena de cinco años de prisión, de la que sólo cumplió ocho meses. Aprovechó su estancia en presidio para dictar Mi lucha, todo un manifiesto en el que queda patente su desprecio hacia la democracia y los judíos.

Ya en libertad, Hitler aprovechó la crisis económica para atraerse el voto: prometió crear puestos de trabajo y devolver a Alemania su pujanza. Aunque fue derrotado en las elecciones de 1932, promovió una ola de revueltas que llevó al Gobierno al colapso. Así, el 30 de enero de 1933, fue elegido canciller. Año y medio después se nombró Führer -Guía-, y se preparó para eliminar toda oposición. El Partido se hizo cargo del aparato burocrático, inició el proceso de eliminación de los "enemigos de Alemania", tomó el control de la economía y creó la Gestapo, un cuerpo de policía que combatía las "tendencias peligrosas para el Estado".

El Führer había preparado el país a conciencia para la guerra. Ian Kershaw señala que Hitler aprovechó el sentimiento de vergüenza nacional originado tras la Gran Guerra para intentar destruir a los "pueblos inferiores", una iniciativa fustrada por la resistencia de británicos y soviéticos y la entrada en el conflicto de los EE.UU.

Aunque nunca tuvo en mente capitular, su salud, sin embargo, era delicada: padecía jaquecas, crisis cardiacas y posiblemente ictericia. Y es que para entonces, el dictador era una ruina humana. En 1931, a raíz del suicidio de su sobrina Geli Raubal, de la que estaba profundamente enamorado, dejó de comer carne.

Su dieta, por el contrario, incluía grandes cantidades de anfetamina pura que le provocó irritabilidad y alucinaciones. En un documento de 1943, Henry Murray, miembro de la Oficina de Servicios Estratégicos, precursora de la CIA, realizó un informe sobre su personalidad que acabó siendo premonitorio. En él señalaba que en caso de derrota podría suicidarse de forma dramática. Así fue. En la madrugada del 29 de abril de 1945, dictó su testamento y contrajo matrimonio con Eva Braun. Un día después, ambos se suicidaron. Sus cadáveres fueron sacados al jardín de la cancillería, rociados con gasolina e incinerados.

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